Herbier 2.0

No es una novedad pero lo acabo de descubrir y me parece un proyecto fantástico por su capacidad de transmitir de una manera fresca, inmediata, cotidiana, preciosa… patrimonio científico, historia, ciencia, arte, memoria, vida…

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Vídeo de presentación

Herbier 2.0. Una serie documental en 40 crónicas

Herbier 2.0 se desarrolla en 4 años, Precisamente en 40 crónicas film-foto (realizadas por Carlos Muñoz) y film-vídeo (realizados por Anne France Sion y Vincent Gaullier). Pequeñas historias humanas que son al mismo tiempo ventanas abiertas a las colecciones botánica que normalmente están cerradas al público. (Más en: À propos).

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Mapa del web.

Imágenes para ver-nos: prácticas científicas y la construcción de lo racial en México

Nicolás León está de pie, total y pulcramente vestido frente a una mujer sentada sobre un banco de madera, completamente desnuda y a merced del compás de Broca, meticulosamente utilizado por el médico que devino reconocido antropólogo físico y etnólogo:

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Autor desconocido. Nicolás León tomando medidas antropométricas, siglo XIX. Archivo Biblioteca UDLA. Colección Producciones Santa Lucía A.C.

Esta fotografía forma parte de la exposición Imágenes para ver-te. Una exhibición del racismo en México que se presenta desde mayo hasta septiembre de 2016 en el Museo de la Ciudad de México bajo la curaduría del biólogo-antropólogo César Carrillo Trueba, quien es también el editor de la Revista Ciencias de la UNAM. Puede verse la información que subió la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México aquí: http://www.cultura.df.gob.mx/index.php/sala-de-prensa/boletines/8197-330-16

En una visita hecha a esta muestra, seleccioné una serie de representaciones, del siglo XIX, que dan cuenta del engarce biopolítico entre la medicina, la antropología, el derecho y sus prácticas para generar simultáneamente una configuración de lo nacional y de lo racial en México.

Nicolás León (1859-1929) fue un médico que se dedicó a la historia, la antropología física y la arqueología, ejerció como director del Museo Nacional de Arqueología e Historia y fue también presidente de la Academia Nacional de Medicina, entre sus múltiples escritos me interesa destacar: Apuntes para la historia médica de Michoacán (1886), Bibliografía Botánica Mexicana (1895), Técnica osteométrica (1914) y Memoria acerca de la capacidad craneana en algunas tribus de la República Mexicana, ponencia que hizo para el XX Congreso de Americanistas en Río de Janeiro.

En la fotografía tenemos tres actores y una interpelación: el fotógrafo muestra el quehacer del antropólogo pero también invade la privacidad de la mujer bajo estudio. Esta doble exterioridad pone de manifiesto el dispositivo del saber, que regula las posiciones a ocupar, el sujeto que mide y que echa mano de instrumentos para decir si lo que evalúa es normal o está fuera del canon, del estándar; la mujer que en ese gesto deviene objeto, y el fotógrafo sin nombre que da cuenta de la práctica antropométrica, captura ese preciso momento.

La exposición está dividida en 6 salas: La humanidad negada, el rostro, el cuerpo, el color, el orden y cierra con la sección: el otro, yo, nosotros.

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Hipólito Salazar, Alegorías de los 4 continentes, 1866, Acervo INBA/MUNAL.

En esta otra imagen, uno de los litografistas más reconocidos en el México decimonónico, Hipólito Salazar –de quien no tenemos fechas de nacimiento y muerte pero que para 1840 ya tenía su imprenta– seguramente extrajo y reprodujo de otro libro una serie de representaciones de la raza americana para constituir su Alegoría de los Cuatro Continentes. De esta manera es visible la relación que entre geografía y raza se estableció durante ese periodo. Así como la importancia del cráneo, ubicado en el centro de la litografía para instaurar la pertenencia geográfico-racial. Los trabajos de Salazar fueron ampliamente conocidos por sus contemporáneos ya que colaboraba de manera sistemática con el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.

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Carl Lumholtz. Pesando a una mujer rarámuri, siglo XIX. Acervo American Museum of Natural History, NY/CDI. Colección Producciones Santa Lucía

En la tercera imagen que he seleccionado, el antropólogo noruego afincado en Estados Unidos, contemporáneo de Nicolás León, Carl Lumholtz (1851-1922), registra con su cámara el momento en que hace pesar a una mujer rarámuri. Ella se cuelga del gancho de la báscula y posiblemente en ese gesto deja al descubierto sus senos. Dos “ayudantes” cargan la vara en la que se colocó la balanza.

Lumholtz recorrió el noroeste de México, junto con el botánico sueco Carl Vilhelm Hartman. Publicó en 1902, Unknown Mexico : a record of five years exploration among the tribes of the western Sierra Madre, in the Tierra Caliente of Tepic and Jalisco, and among the Tarascos of Michoacan, obra en dos tomos con más de mil páginas que se tradujo al español rápidamente, sólo dos años más tarde, en 1904, y cuya traducción estuvo auspiciada por Porfirio Díaz. Entre 1890 y 1910, Lumholtz realizó 6 expediciones las cuales estuvieron patrocinadas por el Museo de Historia Natural de Nueva York, entre otras variadas fuentes de financiamiento.

Esta fotografía exhibe las prácticas antropométricas llevadas a cabo por Lumholtz, en este caso en particular entre los raramuris o tarahumaras, la imagen es elocuente respecto a la ayuda casi nunca reconocida de los locales y nuevamente pone de manifiesto la objetuación que de estas poblaciones se hacía.

Por último, presento la imagen de los cráneos y fotografías que cubren toda una pared. Estos “objetos” corresponden a sujetos que estuvieron encarcelados muy seguramente fueron recopilados, coleccionados y examinados por los médicos Francisco Martínez Baca y Manuel Vergara a fines del siglo XIX en la penitenciaría de Puebla. Martínez Baca y Vergara publicaron en 1892: Estudios de Antropología criminal. Memoria que por disposición del Superior Gobierno del Estado de Puebla presentan, para concurrir a la Exposición Internacional de Chicago, los Doctores Francisco Martínes Baca, médico militar del Ejército mexicano, catedrático de Patología Externa en la Escuela de medicina y de farmacia del Estado, profesor de Lecciones de la Escuela Normal para Profesoras, Médico de la Penitenciaría y Jefe del Departamento de Antropología de la misma, y Manuel Vergara, Auxiliar del mismo Departamento, Puebla: Imprenta litográfica de Benjamín Lara. Estos médicos habían hecho suyas las ideas de Lombroso y de Bertillon, generando así un patrón entre fisionomía y criminalidad. Los indígenas fueron vistos como peligrosos y la tarea del Estado era evitar la degeneración, buscando volverlos mestizos, aplicar medidas para su incorporación al “progreso nacional”. Para una discusión actual sobre la noción de indigeneidad puede verse:http://computo.ceiich.unam.mx/webceiich/docs/revis/interV4-N09.pdf

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Cráneos y fotografías de personas presas en México, siglo XIX

La ciencia médica y antropológica han tenido poder, el poder de clasificar, jerarquizar, normar, medir, determinar, a partir del cuerpo y los rasgos físicos, la pertenencia a una raza, población, y en última instancia a una nación y la pertinencia o no de ser incluidos dentro del ejercicio ciudadano.

Si la exposición se llama Imágenes para ver-te, y ya que hacemos historia de la ciencia, de las colecciones anatómicas, de las prácticas médico-antropológicas podemos cuestionarnos: ¿qué tienen que decirnos estas imágenes? ¿en qué posición de la fotografía nos sentimos representados? ¿cuál es nuestro grado de externalidad a estos procesos? O cómo diría Walter Benjamin, ¿ocupamos el lugar del aparato fotográfico?

 

El jardín de cristal de los Blaschka

Si Ovidio viajara a Harvard haría una versión moderna de su libro X de las Metamorfosis. En primer lugar, Pigmalión sería descrito como un escultor científico especializado en arte vidriero. Además, su creación ya no sería la perfecta estatua femenina tallada en marfil pero de cuerpo flexible y tibio. En cambio, esta vez se trataría de todo un jardín singular cuyas plantas y flores, frutos e insectos tallados en cristal, y a menudo reforzados con alambre, dejarían asombrado al más despistado espectador.

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Entrada al Museo de Ciencias de Harvard

Por suerte este jardín de cristal no es un mito literario. Existe y se conserva en el Museo de Ciencias de Harvard. Sin duda alguna, la imagen antigua de Pigmalión nos sirve aquí para hacer referencia a los naturalistas y maestros vidrieros Blaschka, padre e hijo, quienes fueron los creadores de una espléndida colección de plantas cristalinas. Aproximadamente se trata de unos 850 modelos de tamaño natural que representan a unas 780 especies y variedades de plantas de 164 familias, con más de 4,300 modelos detallados de flores agrandadas y con secciones anatómicas de varias partes florales y vegetativas de las plantas.

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Un par de ejemplares de cristal

Además, tanto el padre, Leopold Blaschka, como su hijo, Rudolf Blaschka, crearon tres series especiales de objetos de cristal: un grupo grande y seleccionado de las plantas inferiores o criptogramas, que ilustra los complejos ciclos biológicos de hongos, briófitos y helechos; otro grupo de unos 64 modelos, mostrando las enfermedades fúngicas de frutos del Rosaceae (manzana, pera, etc.); y quizás lo más sorprendente de todo, varias muestras de plantas e insectos formados en vidrio que representan los diferentes procesos de polinización.

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Un ejemplo para explicar la polinización

Cada uno de los modelos de este jardín cristalino de los Blaschka fue creado entre los años de 1886 y 1936 en su taller ubicado en Hosterwitz, cerca de Dresde, Alemania. Las piezas vidriadas de cada modelo fueron confeccionadas después de que el fuego las hubiese ablandado. Para lograr el colorido de los modelos, se utilizó vidrio de color, pero también se colocó una capa fina de esmalte hecho de vidrio molido o de óxido de metal que se calentaba hasta que se fundía con el modelo. Lo anterior sin olvidar que también existen modelos que fueron hechos con vidrio soplado.

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Mesa original del taller de los Blaschkas

Todos los modelos de cristal fueron creados por los Blaschka gracias, por una parte, a la solicitud del profesor George Lincoln Goodale, fundador del Museo Botánico de Harvard. Este último quería contar con un jardín imperecedero y verosímil que tuviera una función didáctica. Hasta entonces sólo operaba con herbarios y con modelos hechos en cera o en papel maché. Pero cuando el Dr. Goodale conoció el trabajo en cristal de los Blaschka, reproduciendo invertebrados marinos para el Museo de zoología comparada de Harvard, comprendió que se trataba de un material que serviría más adecuadamente para que sus alumnos hicieran sus investigaciones o, incluso, para que el público en general conociera de cerca diversas plantas de difícil acceso.

Así que el Dr. Goodale realizó un viaje al taller de los Blaschka y quedó convencido de su apuesta cuando vio unas orquídeas en vidrio que éstos habían hecho algunos años antes. De hecho, Leopold Blaschka había creado un buen número de plantas para un museo en Bélgica que desaparecieron cuando dicha colección sufrió un incendio.

Una primera muestra con modelos de plantas y flores llegó a Boston aunque con muchas piezas dañadas. Pero aun así, algunos modelos fueron observados por la señora Elizabeth C. Ware y su hija, Mary Lee Ware, quienes quedaron maravilladas. Tanto así que se encargarían de financiar la colección a lo largo del proyecto. En las primeras etapas de éste, se hizo necesario instaurar una selección de las plantas que debían ser replicadas en vidrio. Por ello se pensó en representar el mayor número de órdenes, géneros y especies. Con este fin se eligieron plantas particulares, y la lista se envió a los Blaschkas, quienes lo utilizaron para planificar el orden de su producción.

Algunas de las plantas en la lista fueron enviadas, desde Estados Unidos a Alemania, para ser cultivadas en el jardín natural de los Blaschkas y ser utilizadas como referencias básicas para su trabajo. Muchas de las plantas exóticas -en particular, las especies tropicales- pudieron ser consultadas en el jardín real e invernaderos del castillo en las cercanías de Pillnitz.

Pero con el paso del tiempo se hizo necesario para los Blaschkas examinar en directo ciertas plantas tropicales. Así, en 1892 Rudolf Blaschka viajó a Jamaica y también visitó varias zonas de los Estados Unidos, donde estudió las plantas endémicas de estas regiones, hizo dibujos y notas de color, además de recoger y conservar muestras para llevarlas a su taller en Alemania como futuras referencias. La segunda excursión de Rudolf a América, durante 1895, se vio interrumpida debido a la muerte de Leopold, su padre.

A partir de entonces el joven Blaschka continuó en solitario, pero siempre contando con el auspicio de Mary Lee Ware, quien dio continuidad a este proyecto monumental hasta 1936. Un año en que Rudolf, debido a su vejez, tuvo que dejar sus actividades como botánico y vidriero. La estirpe de vidrieros botánicos terminó, no así su perene colección de plantas y de flores cristalinas que sirven hoy como el mejor monumento y memoria de los Blaschka.

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La colección del jardín de vidrio