Nicolás León está de pie, total y pulcramente vestido frente a una mujer sentada sobre un banco de madera, completamente desnuda y a merced del compás de Broca, meticulosamente utilizado por el médico que devino reconocido antropólogo físico y etnólogo:
Autor desconocido. Nicolás León tomando medidas antropométricas, siglo XIX. Archivo Biblioteca UDLA. Colección Producciones Santa Lucía A.C.
Esta fotografía forma parte de la exposición Imágenes para ver-te. Una exhibición del racismo en México que se presenta desde mayo hasta septiembre de 2016 en el Museo de la Ciudad de México bajo la curaduría del biólogo-antropólogo César Carrillo Trueba, quien es también el editor de la Revista Ciencias de la UNAM. Puede verse la información que subió la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México aquí: http://www.cultura.df.gob.mx/index.php/sala-de-prensa/boletines/8197-330-16
En una visita hecha a esta muestra, seleccioné una serie de representaciones, del siglo XIX, que dan cuenta del engarce biopolítico entre la medicina, la antropología, el derecho y sus prácticas para generar simultáneamente una configuración de lo nacional y de lo racial en México.
Nicolás León (1859-1929) fue un médico que se dedicó a la historia, la antropología física y la arqueología, ejerció como director del Museo Nacional de Arqueología e Historia y fue también presidente de la Academia Nacional de Medicina, entre sus múltiples escritos me interesa destacar: Apuntes para la historia médica de Michoacán (1886), Bibliografía Botánica Mexicana (1895), Técnica osteométrica (1914) y Memoria acerca de la capacidad craneana en algunas tribus de la República Mexicana, ponencia que hizo para el XX Congreso de Americanistas en Río de Janeiro.
En la fotografía tenemos tres actores y una interpelación: el fotógrafo muestra el quehacer del antropólogo pero también invade la privacidad de la mujer bajo estudio. Esta doble exterioridad pone de manifiesto el dispositivo del saber, que regula las posiciones a ocupar, el sujeto que mide y que echa mano de instrumentos para decir si lo que evalúa es normal o está fuera del canon, del estándar; la mujer que en ese gesto deviene objeto, y el fotógrafo sin nombre que da cuenta de la práctica antropométrica, captura ese preciso momento.
La exposición está dividida en 6 salas: La humanidad negada, el rostro, el cuerpo, el color, el orden y cierra con la sección: el otro, yo, nosotros.
Hipólito Salazar, Alegorías de los 4 continentes, 1866, Acervo INBA/MUNAL.
En esta otra imagen, uno de los litografistas más reconocidos en el México decimonónico, Hipólito Salazar –de quien no tenemos fechas de nacimiento y muerte pero que para 1840 ya tenía su imprenta– seguramente extrajo y reprodujo de otro libro una serie de representaciones de la raza americana para constituir su Alegoría de los Cuatro Continentes. De esta manera es visible la relación que entre geografía y raza se estableció durante ese periodo. Así como la importancia del cráneo, ubicado en el centro de la litografía para instaurar la pertenencia geográfico-racial. Los trabajos de Salazar fueron ampliamente conocidos por sus contemporáneos ya que colaboraba de manera sistemática con el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
Carl Lumholtz. Pesando a una mujer rarámuri, siglo XIX. Acervo American Museum of Natural History, NY/CDI. Colección Producciones Santa Lucía
En la tercera imagen que he seleccionado, el antropólogo noruego afincado en Estados Unidos, contemporáneo de Nicolás León, Carl Lumholtz (1851-1922), registra con su cámara el momento en que hace pesar a una mujer rarámuri. Ella se cuelga del gancho de la báscula y posiblemente en ese gesto deja al descubierto sus senos. Dos “ayudantes” cargan la vara en la que se colocó la balanza.
Lumholtz recorrió el noroeste de México, junto con el botánico sueco Carl Vilhelm Hartman. Publicó en 1902, Unknown Mexico : a record of five years exploration among the tribes of the western Sierra Madre, in the Tierra Caliente of Tepic and Jalisco, and among the Tarascos of Michoacan, obra en dos tomos con más de mil páginas que se tradujo al español rápidamente, sólo dos años más tarde, en 1904, y cuya traducción estuvo auspiciada por Porfirio Díaz. Entre 1890 y 1910, Lumholtz realizó 6 expediciones las cuales estuvieron patrocinadas por el Museo de Historia Natural de Nueva York, entre otras variadas fuentes de financiamiento.
Esta fotografía exhibe las prácticas antropométricas llevadas a cabo por Lumholtz, en este caso en particular entre los raramuris o tarahumaras, la imagen es elocuente respecto a la ayuda casi nunca reconocida de los locales y nuevamente pone de manifiesto la objetuación que de estas poblaciones se hacía.
Por último, presento la imagen de los cráneos y fotografías que cubren toda una pared. Estos “objetos” corresponden a sujetos que estuvieron encarcelados muy seguramente fueron recopilados, coleccionados y examinados por los médicos Francisco Martínez Baca y Manuel Vergara a fines del siglo XIX en la penitenciaría de Puebla. Martínez Baca y Vergara publicaron en 1892: Estudios de Antropología criminal. Memoria que por disposición del Superior Gobierno del Estado de Puebla presentan, para concurrir a la Exposición Internacional de Chicago, los Doctores Francisco Martínes Baca, médico militar del Ejército mexicano, catedrático de Patología Externa en la Escuela de medicina y de farmacia del Estado, profesor de Lecciones de la Escuela Normal para Profesoras, Médico de la Penitenciaría y Jefe del Departamento de Antropología de la misma, y Manuel Vergara, Auxiliar del mismo Departamento, Puebla: Imprenta litográfica de Benjamín Lara. Estos médicos habían hecho suyas las ideas de Lombroso y de Bertillon, generando así un patrón entre fisionomía y criminalidad. Los indígenas fueron vistos como peligrosos y la tarea del Estado era evitar la degeneración, buscando volverlos mestizos, aplicar medidas para su incorporación al “progreso nacional”. Para una discusión actual sobre la noción de indigeneidad puede verse:http://computo.ceiich.unam.mx/webceiich/docs/revis/interV4-N09.pdf
Cráneos y fotografías de personas presas en México, siglo XIX
La ciencia médica y antropológica han tenido poder, el poder de clasificar, jerarquizar, normar, medir, determinar, a partir del cuerpo y los rasgos físicos, la pertenencia a una raza, población, y en última instancia a una nación y la pertinencia o no de ser incluidos dentro del ejercicio ciudadano.
Si la exposición se llama Imágenes para ver-te, y ya que hacemos historia de la ciencia, de las colecciones anatómicas, de las prácticas médico-antropológicas podemos cuestionarnos: ¿qué tienen que decirnos estas imágenes? ¿en qué posición de la fotografía nos sentimos representados? ¿cuál es nuestro grado de externalidad a estos procesos? O cómo diría Walter Benjamin, ¿ocupamos el lugar del aparato fotográfico?